"En cuanto a la religión, los persas profesaban el zoroastrismo, religión que había sido revelada por el profeta iraní Zoroastro y que planteaba la adoración a un dios supremo: Ahura Mazda.
Los persas creían que el mundo era el lugar donde se enfrentaban las fuerzas del bien y el mal.
El bien estaba guiado por el dios Ahura Mazda, creador del mundo, lo bueno y lo luminoso, y el mal por Angra Mainyu, creador de las tinieblas, lo negativo y lo oscuro.
Sin embargo, para los persas el bien y el mal no eran entes que podían representarse, sino más bien verdades incorpóreas.
Ahura Mazda y Angra Mainyu eran referentes de aquellas fuerzas, pero no las personificaban.
Para los persas, los seres humanos debían combatir el mal y, de esta manera, ayudar a Ahura Mazda.
Creían que si las personas practicaban la justicia y la virtud, serían juzgadas después de su muerte y recompensadas con la salvación eterna.
Respecto a la organización religiosa del imperio, los persas mantenían una gran tolerancia con los pueblos conquistados y permitían que continuaran con sus cultos locales.
Por lo tanto, en el territorio imperial convivieron diferentes tipos de creencias y religión."
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